El problema de la verdad

Epistemológicas I.-

Desde los albores de la Filosofía en Grecia, el problema de qué y cómo podemos conocer ha preocupado al ser humano, generando debates e innumerables libros en torno a la Verdad: su concepto, las vías para alcanzarla, sus límites y posibilidades.

La discusión llega hasta hoy, en una época en que impera el escepticismo y se proclama la postverdad. Mientras la Tecnología, avalada por la ciencia, alcanza sus más grandes logros en las áreas biomédicas, en el manejo de la energía, en la creación de herramientas sofisticadas para explorar lo micro y lo macro, filósofos postmodernos, como Rorty y Vattimo, llegan a sostener que no hay verdades universales, sino acuerdos o convenciones interpretativas culturales. Si es así ¿vivimos caminando a ciegas, en torno a creencias sin justificación?

Voy de acuerdo en que la antigua búsqueda de esencias, de notas inamovibles y exclusivas de los seres se ha batido en retirada, porque conduce al callejón sin salida de optar por la experiencia o la razón y de admitir un mundo de ideas o patrones que no cambian, cuando la realidad muestra un proceso imparable de transformaciones. De modo que Heráclito tenía razón.

También coincido en sustentar que en el ámbito del lenguaje es donde se juega el problema del conocimiento: debemos aprender a usarlo para que nos dé información segura sobre lo que nos rodea y acerca de nosotros mismos.

De modo que, en una primera aproximación al tema de la verdad, podemos quedarnos con lo siguiente, similar pero no igual, a lo que sostiene una corriente del pragmatismo: verdadero, constitutivo de conocimiento, es el uso del lenguaje que nos permite obrar, con un alto grado de confiabilidad en los resultados, en cualquier ámbito de la realidad.

Entonces, ¿qué es lo que conocemos? No son los entes, sino las relaciones que tienen las personas y las cosas entre sí y con quien busca saber qué hacer o a qué atenerse con ellas.

2 comentarios en «El problema de la verdad»

    1. Sí, es fundamental y pese a que desde los griegos se viene comentando, estamos viviendo una especie de desánimo cultural sobre la posibilidad de llegar a verdades absolutas. Sin embargo, hay muchísimas certezas que deberían devolvernos la confianza y llevarnos a retomar estos antiguos cuestionamientos.

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